El valor institucional en torno al que nos vamos a organizar y desde el que vamos a evangelizar, educar, dirigir, innovar, acompañar, trabajar y celebrar juntos este curso será el AGRADECIMIENTO, un valor que nunca se agota, un valor que necesitamos para vivir y convivir con otros, un valor fundamental para educar y ser educados.
Así, nuestro objetivo será comprender y asumir el significado profundo del agradecimiento como valor fundamental que nos conforma como seres humanos y fomentar actitudes de agradecimiento con Dios, con los demás, con el entorno y con nosotros mismos.
Ojalá el trabajo en torno al valor del agradecimiento nos haga crecer, nos haga madurar y nos ayude para poder acompañar a nuestro alumnado y a sus familias y, en todo, nos mostremos verdaderamente agradecidos. Con esa intención trabajaremos este curso de la mano de Jesús de Nazaret y de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la Historia y de la historia de la Iglesia, nos han dejado el testimonio de su vida entregada y agradecida.
Nuestra definición de AGRADECIMIENTO
El agradecimiento es un valor (innato, fácil de activar, asociado al perdón, vinculado al amor), un acto de la voluntad y una actitud que nos mueve a valorar lo que los otros hacen por nosotros, a encontrar un motivo por el que dar gracias, a identificar el amor, a desarrollar la humildad de reconocer al otro en su grandeza y a experimentar la felicidad y la alegría profunda y verdadera del dar y sentir que recibimos algo. Dicha actitud nos hace ser personas abiertas, generosas, sencillas e íntegras, lo que implica empatía, sentirse agraciado, ser optimista, y nos lleva a crear vínculos con las personas que nos rodean, siempre al estilo de Jesús y de los suyos, lo que hace que pueda convertirse en una forma de vida.
Lema del curso: “de nada”
Existen muchas formas de corresponder a un gracias (nada nada, no es nada, no hay de qué, es un placer, a ti, con mucho gusto…), pero nosotros hemos querido quedarnos para el lema de este año con la respuesta más común, seguramente la que más hemos escuchado a los otros utilizar cuando aprendimos a expresarnos. Y esa respuesta es “de nada”. Porque, cuando decimos “de nada” a alguien que nos ha dado las gracias, en realidad queremos decir algo así como que “no hay por qué agradecer”, para hacerle saber a la otra persona que no nos debe nada a cambio.
En realidad, ese “de nada” está colmado de todo: de voluntad, de favor, de educación, de entrega, de compromiso, de involucrarse, de gratuidad, de ayuda, de servicio… Es un “de nada” lleno de actitudes y comportamientos que honran a quienes han realizado alguna acción en pro de los demás, independientemente de quiénes son esas personas.
Frase bíblica: “Dad gracias a Dios en todo” (1 Tes 5,18)
Cuando todo va viento en popa, agradecer es relativamente fácil, tanto que, incluso, se nos olvida. Pero cuando vienen mal dadas, aparecen las dificultades, no salen adelante nuestros propósitos y proyectos, aparece la enfermedad, incluso se hace presente la muerte, dar gracias a Dios por ello no nos resulta ni lógico, ni natural, ni nos parece que sea algo con demasiado sentido. Nos gustaría que este curso nos hiciéramos conscientes de esta realidad del agradecimiento absoluto, tanto por lo que va según lo que esperamos, como cuando tienen lugar acontecimientos que nos resultan incómodos, complicados, dolorosos o, sencillamente, que se escapan a nuestra voluntad, decisión y control. Por eso, hemos elegido este versículo en el que las palabras medidas de Pablo nos impactan: “Dad gracias a Dios en todo”.